El matrimonio entre personas del mismo sexo es un gran fracaso para la sociedad toda, los cristianos debemos explicar esto mejor y no permitirnos ser intimidados por los grupos de presión política que buscan dañar al matrimonio y a la familia.
Pero, esto es justamente lo que el movimiento pro-matrimonio gay pretende—separar la unión natural que existe entre el hombre y la mujer.
Es cierto que no condenamos a muerte a los homosexuales, porque seguimos el ejemplo de Jesucristo y su manera de tratar con la mujer adultera. Él le perdonó y le permitió salir y continuar con su vida—pero le amonestó de no pecar más. Asimismo, los cristianos debemos darles a los homosexuales la oportunidad de aceptarle a Cristo y a sus enseñanzas. No obstante, no hay que olvidar lo que dijo Jesús: la condición para tener su perdón es resolver no pecar más.
Los primeros países que aceptaron matrimonios gay, en lugar de elevar el matrimonio gay al nivel de los matrimonios heterosexuales, los jóvenes de aquellos países, por primera vez desde que los vikingos aceptaron voluntariamente a la cristiandad, la mayoría de los jóvenes ya no se casan: están conviviendo, porque ya no consideran que el matrimonio es cosa seria.
Cantidad de matrimonios luego de aprobado el matrimonio gay |
Estudios en Holanda sobre los primeros matrimonios gay, mostraron que el promedio de tiempo de duración de ellos fue de 18 meses, y durante sus matrimonios gay, cada miembro tenía un promedio de 12 otros amantes homosexuales.
Debemos querer a los homosexuales, pero sin glorificar a la homosexualidad. Hacemos mejor en animar a los gays a abandonar las uniones homosexuales, y entrar en un proceso de abandonar las actividades y actitudes que promocionan las atracciones eróticas entre personas del mismo género. Es muy difícil. También es muy difícil que un alcohólico o un drogadicto deje su adición; pero es posible. Nadie está condenado a repetir actos o decisiones inmorales.
Nadie está condenado a repetir actos inmorales |
Cristo está aquí en todo momento con su gracia para evitar a los pecados, y/o a perdonarnos si caemos otra vez. Día tras día, dejémonos en sus manos, y nos llevará a la victoria.
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