La realidad por la que muchos aceptan la evolución “no es porque se haya observado que ocurra ni porque se pueda comprobar ser la verdad por medio de la evidencia lógicamente coherente, sino porque la única alternativa, la creación especial, es claramente increíble” (Profesor, famoso zoologista y evolucionista inglés, D.M.S. Watson). La idea de la creación simplemente choca con sus creencias materialistas o políticas.
Sir Arthur Keith, otro evolucionista inglés de renombre, también admite lo mismo diciendo que “La evolución no se ha comprobado y no se puede comprobar. La creemos porque la única alternativa es la creación especial, cosa no aceptable” (las dos citas del libro “Did Man Just Happen?” por el Sr. W. A. Criswell, p. 71). El científico estadounidense y ganador de Premio Nobel de Fisiología o Medicina, George Wald de Harvard, también confirmó esto cuando escribió: “No quiero creer en Dios, por eso escojo creer lo que es científicamente imposible, que la vida surgió espontáneamente por azar”. Por esta razón, muchos científicos de un siglo atrás escogieron considerar la creencia de la generación espontánea como una necesidad filosófica (1954, pp. 45-53, énfasis añadido).
Hasta el famoso escritor y profesor de bioquímica en la facultad de medicina de la Universidad de Boston, Isaac Asimov, también admitió: “Después de todo, por el simple hecho de que estamos aquí nosotros estamos forzados a suponer que una vez en un tiempo a lo menos un caso de generación espontánea tomó lugar (suponiendo, además, que el uno elimina la consideración de la creación sobrenatural)” (1972, p. 1191, énfasis añadido; paréntesis comentado en original). La verdadera ciencia simplemente no trabaja de esta manera pues “ser forzado a creer en una sola conclusión (evolución) y que todo en el universo ocurrió al azar violaría la misma objetividad de la ciencia” (Werner Von Braun, padre del programa espacial de la NASA y científico creacionista, carta a California State Board of Education, 14 de septiembre del 1972).
Incluso Darwin mismo escribió: “Aunque hasta la fecha no tiene ninguna evidencia digna de algo, en mi opinión, estando adelantado en favor de algo viviente siendo desarrollado de la materia inorgánica, todavía no puedo evitar creer en la posibilidad de que esto será probado algún día en concordancia con la ley de la continuidad” (como citado en Francis Darwin, 1903, 2:171). Darwin, también, se dio cuenta de que no tenía elección. O debía aceptar la generación espontánea, o aceptar la creación especial. Otros científicos evolucionistas como Karl Ludwig von Bertalanffy, Paul Lemoine y muchos otros también reconocen esto. Obviamente este tipo de actitud intolerante NO ayuda al progreso y la libertad en la ciencia y la tecnología. Además de que presentar una sola teoría y no ambas de manera objetiva no es educar sino adoctrinar.
Hasta un inmunologo de la Kansas State University , el Dr. Scott Todd, dijo que “Aun si toda la información apuntara a un diseñador inteligente, tal hipótesis es excluida de la ciencia porque no es naturalista” (Dr. Scott Todd, revista Nature 410 (6752): 423, 30 de septiembre de 1999). Hay que darle crédito a este cientificista, por lo menos es honesto en admitir que no importa si toda la evidencia apoya el diseño inteligente y contradice la evolución seguirá creyendo en la evolución (Vea 2 Pedro 3:5). Todo esto confirma las palabras del profesor evolucionista, Richard Lewontin, de que hoy en día la teoría de la evolución es muy aceptada por la comunidad científica no porque es verdadera ciencia sino porque como admite Lewontin, “No se permite un pie divino, en las Academias científicas.”
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