Debo advertir que este post está repleto de citas biblicas y no es apto para personas que no buscan aprender más sobre la Biblia.
¿Por qué enseñamos que la homosexualidad es pecado, mientras que enseñamos que comer mariscos no es pecado?
Entre las confusiones que los no-creyentes y los gays enseñan hoy en día, existe la noción que los cristianos pueden "elegir" libremente partes del Antiguo Testamento para seguir y creer, y cuáles partes se pueden descartar.
Últimamente, surgió este argumento dentro del contexto de la controversia sobre la promoción del repugnante matrimonio gay por varios estadistas (excelente estrategia para juntar votos). Los partidarios ateos del matrimonio gay han hecho la pregunta repetidas veces: ¿por qué seguir pensando que la homosexualidad es pecado, mientras que los cristianos no se adhieren a la mayor parte de lo dispuesto en el Antiguo Testamento, como no comer carne de cerdo o mariscos?
Los partidarios de la homosexualidad en efecto están quejándose de la supuesta hipocresía de los cristianos. Nosotros, los cristianos, debemos poder contestar a esta objeción con datos y con firmeza.
Se encuentra la respuesta en varias partes de la Biblia, pero el capítulo 15 del libro de los Hechos de los Apóstoles es la principal.
Un poco de las antecedentes históricas. Después de la asunción de Cristo, los miembros de la Iglesia primitiva fueron dejados bajo el liderazgo de Santiago, el hermano de Jesús y los apóstoles. Mientras que la Iglesia comenzaba a crecer debido a la evangelización de los apóstoles, más y más no-judíos se convirtieron a la fe en Jesucristo.
Puesto que Jesús mismo y todos los apóstoles fueron judíos, la Iglesia primitiva se consideraba un movimiento dentro del marco de judaísmo, y tenía un marcado carácter judío. De lo escrito, parece que muchos entre los primeros creyentes eran también adherentes a la Ley Mosaica, incluyendo todas sus prohibiciones y mandamientos.
A medida que más y más gentiles se convirtieron, unos discípulos judíos pensaba que los nuevos conversos no-judíos debieran aceptar toda la ley de Moisés, incluso la circuncisión.
Además, Santiago argumentó que la expansión de la Iglesia al resto del mundo no-judío se había predicho en las Escrituras. Desde luego:
“Considero, por lo tanto, que no se les debe imponer cargas innecesarias a aquellos que, no siendo judíos, dejan sus antiguas creencias para seguir a Dios. Basta con escribirles que se aparten de todo lo que haya sido contaminado por los ídolos, que eviten los matrimonios prohibidos y que no coman carne de animales estrangulados o ahogados, ni tampoco sangre. Porque desde los tiempos antiguos hay en cada pueblo quienes predican la ley de Moisés, la cual se lee en las sinagogas cada sábado.” (Hechos 15:19-21).
Luego, los apóstoles compusieron una carta para que Pablo y Bernabé la llevaran a la Iglesia de Antioquía, explicando la decisión: “Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes ninguna carga aparte de estas cosas necesarias: que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos.” (Hechos 15:28-29)
Esto no quería decir que la Iglesia primitiva no aceptaba las Escrituras; ellas continúan hasta hoy como el fundamento de las enseñanzas eclesiásticas. En 2 Timoteo 3:16, se lee: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud….”
Jesús mismo dijo: No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor. Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento. Por eso, el que no obedece uno de los mandatos de la ley, aunque sea el más pequeño, ni enseña a la gente a obedecerlo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedece y enseña a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos.” (Mateo 5:17-19).
La doctrina Cristiana siempre ha sido que, aunque Dios mismo dio la Ley de Moisés, ninguna persona, excepto Jesucristo mismo, era capaz de cumplir con toda esa ley, porque somos propensos a pecar. Al cumplir con la ley de Moisés, hasta el punto de dejarse crucificar en Calvario, Jesucristo cumplió la Ley a favor de de toda la humanidad.
Los únicos requisitos que deben cumplirse por los cristianos son los impuestos por Jesucristo mismo y los apóstoles.
Uno de los requisitos impuestos por Jesucristo es él de evitar los pecados sexuales, “porneía,” en la Biblia griega, que incluye la homosexualidad. Esto se ve claramente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Hemos detallado estas Escrituras pertinentes en varios artículos en la sección de nuestra página web sobre la homosexualidad. El matrimonio gay y otras relaciones sexuales fuera del matrimonio de un hombre con una mujer es “porneía” y deben ser evitados por los discípulos de Cristo. Enseñar que la homosexualidad está buena se equivale a anular un mandamiento de Dios, y esto es claramente un pecado, según Cristo mismo.
Unos partidarios de la homosexualidad declaran que Jesucristo no mencionó específicamente la homosexualidad en los Evangelios. Es cierto; la palabra “homosexualidad” se inventó en el Siglo XIX. Pero Jesús si habló de evitar “porneía,” y del matrimonio, de adulterio y divorcio, y todo esto tiene relevancia también a la homosexualidad. Las prohibiciones de la homosexualidad fueron bien conocidas ya en el mundo judío.
Sin embargo, los apóstoles que fueron a evangelizar en el mundo gentil, (Pablo, Judas, etc.) si tenían que enseñarles a los paganos al respeto, y de hecho lo hicieron en sus Cartas en el Nuevo Testamento.
No había la confusión en aquel período que existe hoy, cuando unos activistas homosexuales que se declaran ser cristianos, están enseñando que la homosexualidad no es un pecado. En los tiempos apostólicos, la homosexualidad no fue aceptado como una opción de los cristianos. Es por esto que se lee que San Pablo dijo a cristianos, después de haberles hablado explícitamente de la homosexualidad: “Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:11). Esta Escritura está dando ánimo a homosexuales como Joe Dallas, el fundador de Éxodus Internacional, un ministerio de y por personas que quieren luchar contra la atracción erótica hacia el mismo género.
Jesucristo dijo (Mateo 19:4-6): “‘¿No han leído,’ replicó Jesús, ‘que en el principio el Creador los hizo hombre y mujer, y dijo: <Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo?> Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.’”
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