Este es un consejo para todos mis hermanos en Cristo. Dejen de ser tan prejuiciosos. Ninguno de ustedes es perfecto. El hecho de que los homogays sean impuros, sucios, aberrantes, pervertidos, diabólicos y antinaturales no da derecho a juzgarlos. Solo Dios tiene derecho a decirles estas cosas.
Ustedes, hermanos, a lo único que tienen derecho es a aplicar sus enseñanzas. Quien esté libre de pecado, que les tire la primera piedra. Todos somos hijos de Dios y ustedes no son quienes para andar llamando enfermos a estas personas desviadas. Paciencia, tolerancia, compasión, prudencia y sobre todo muchas oraciones para los homogays.
Ayudarlos a entablar un diálogo con Jesús quien luego de hacerse su amigo logrará materializar el milagro que los transformará en heterosexuales, dejándoles en claro que, por lo menos ustedes, si están bien de la cabeza.
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